1/3/10

CAUSAS Y EFECTOS DE LA RISA DE PUERQUITO

Como ejemplar portadora de tal fenómeno, gustaría compartir el extenuante estudio que he logrado llevar a cabo a través de años de sabiduría en el tema.

Todo comenzó cuando yo era niña, así que con eso concluyo: Es un mal congénito. En un principio fue motivo de burla, agradezco a mis amiguitos por arruinarme el chiste (literal) y traumatizarme de mi risa congénita.

Años después y con ayuda de un tratamiento a base de burlas, la risa desapareció. Poco a poco se fue transformando en una risa normal, con sus esporádicos arranques de volumen y repetitivas tomas de aire: Sí, a esto es a lo que llamamos en la comunidad científica cómo: "Le dió el simple".

Muchas cosas simpáticas y divertidas pasaron, mucha gente con buen sentido del humor conocí y exageradas situaciones embarazosas me sucedieron para lograr un resultado inesperado: EL PUERQUITO REGRESÓ.

De vez en cuando, en fiestas y reuniones, cuando alguien platicaba alguna anécdota digna de una buena carcajada, (Muy a mi pesar sufro además de la carcajada adelantada, que funciona muy similar al fuera de lugar en el fut) la risa de puerquito hacía su aparición, logrando así la distracción de los presentes así como también del proveedor de la anécdota.

Las primeras reapariciones de este porky-fenómeno, fueron totalmente ajenas e ignoradas por su huésped (yo). Que debo admitir, me sorprendía mucho emitir ese sonido con tan regordeta alegría.

Sin embargo este extraño acontecimiento ha generado gran sorpresa a su alrededor. Yo, víctima del nerviosismo de que tal vez podría afectar mi reputación como chica en sociedad, resultó todo lo contrario. Lejos de ahuyentar posibles candidatos a ligue, es ahora una especie de señal aprobatoria, al parecer, el no poder contener la risa de puerquito, genera en el sexo opuesto tal seguridad y confort, que les hace saber, (creer mas bien) que lo que están diciendo es intoxicadamente gracioso.

Ha generado tanto expectativa, que la porkyrisa es ahora también parte del chiste! Las personas llegan a darle prioridad a la carcajada por encima del acontecimiento que la provocó.

Se ha convertido en una característica única (siempre y cuando nadie más se ría así en tu círculo de amigos) y peculiaridad (siempre y cuando sea agradable y no repugnante) mía.

Este mal congénito logró evolucionar para convertirse en un mal contagioso y encantador.

Por lo que mi consejo para todas aquellas que lo sufran es: Déjalo salir, son más los beneficios que te trae que las penas que irremediablemente te hará pasar.

Hombres, ustedes no. No he conocido ser masculino al que se le vea bien el porky-fenómeno. Para ustedes mi consejo sería: abre bien la boca al momento de reír, libera la tensión en la garganta y evita la constricción de sus paredes.

Lo cierto es que todos deberíamos reír al menos una vez en la vida cómo puerquitos. Inténtenlo, se sentirán mucho mejor y aclararán su garganta.